En el día de hoy he dedicado parte de mi tiempo a asear las plantas de interior.
No son pocas precisamente las que tengo, pero son muy agradecidas, como esta cambria.
El pasado mes de diciembre ha sido un mes seco, con heladas fuertes pero con sol diurno. Nada típico por estos lares.
Parece que esta dosis de suave sol le ha sentado bien, ya que en diciembre comenzó a sacar el tallo floral y no paró de crecer, hasta abrirse la pasada semana.
La cambria vive con nosotros desde el año pasado, y la verdad que una vez acaba la floración es una planta sumamente discreta, apenas tiene cambios.
Donde yo resido hay un pantano de agua, además de ello las precipitaciones y la humedad son altas. Aún en estos días de diciembre que no ha llovido nada, la media de humedad relativa ha sido de un ochenta por ciento.
En casa no utilizo humidificadores porque para calentar la casa disponemos de una chimenea que seca excesivamente el ambiente.
Las plantas las mantengo en grupos, pegadas a los ventanales y en grupos.
Ahora en la estación de otoño-invierno realizo el aseo y riego una vez a la semana.
Siempre les hago una olla de agua con cocción de diferentes hierbas para regarlas, nunca utilizo abonos químicos.
Antes si he utilizado abonos químicos, sus resultados se ven en poco tiempo porque resultan exagerados en el crecimiento de la planta, pero también se convierten en carteles luminosos que incitan a los devoradores de plantas a habitar en ellas....
Con los tés que aplico el crecimiento no es exagerado, pero sí continuado de forma más paulatina. Y sí consigo que plantas como la violeta africana, maranta leuconera, orquídeas, cactus de navidad, y un montón más florezcan una y otra vez.
Para mí es un orgullo conseguir que ellas se encuentren dentro de las limitaciones que tienen lo mejor posible.
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